Gremios

En siglos anteriores, en los que predominaba una relación respetuosa y distante entre los varios grupos sociales, el pertenecer a la antigua Cofradía de Nuestra Señora de la Encarnación de Setefilla era un derecho reservado sólo a unos pocos. Nuestra Hermandad estaba constituida exclusivamente por individuos del estrato social alto: nobles, hidalgos y personas de elevada condición. Esta realidad chocaba con el hecho de que, entronizada la Virgen en todos los corazones de las gentes de Lora, todos eran a emplearse en su servicio. De ahí que la vinculación entre el gremio, es decir, el oficio organizado y reglamentado, cuya finalidad explícita era económica y social y el culto setefillano fuese un fenómeno lógico y natural, nacido de la fidelidad y cariño a la Virgen por los estamentos populares excluidos de la Hermandad.

Fotografía del estandarte del gremio de los agricultores
Fotografía del estandarte del gremio de los agricultores
Fotografía del estandarte del gremio de la juventud
Fotografía del estandarte del gremio de la juventud
Fotografía del estandarte del gremio de los artesanos
Fotografía del estandarte del gremio de los artesanos

Como todos sabemos, el gremio como sistema corporativo hace su aparición en la Edad Media y decae hasta desaparecer en el paso del Antiguo al Nuevo Régimen (finales del s. XVIII y primeras décadas del XIX). Fue un fenómeno preponderantemente urbano (puesto que era en las ciudades donde se daba una mayor especialización del trabajo), si bien no faltaron gremios en los pueblos donde había un desdoblamiento de actividades. Este fue el caso de Lora, donde existía una comunidad esencialmente agrícola, pero con un grupo artesanal plenamente dedicado a los llamados «oficios» en el que incluían todos aquéllos que desarrollaban en la villa una determinada actividad (carpinteros, sastres, herreros, olleros, etc.). De ahí que, desde el s. XVII, quedaran ligados al culto setefillano tanto agricultores como artesanos u oficiales, dicotomía del pueblo llano con una forma de integración que nada tenía que ver con la posición social de los individuos que componían cada sector, que fue la mejor fórmula para vincularse sin herir la mentalidad elitista de los que componían la Hermandad; fórmula por otra parte que venía a solucionar el deseo de casi todos de honrar a la Señora y que venía a evitar la formación de otra hermandad en honor de otra imagen de la Virgen de advocación distinta.

Las funciones que dedican los Gremios a su Patrona, tradicionalmente durante la presencia de la Sagrada Imagen en Lora y como despedida cuando está para volver de la villa al Santuario, han contado siempre con un espléndido fervor popular y la antigüedad de la misma podemos ver en los «Vitor» que lo atestiguan, datados desde 1720 a la actualidad. Pero el documento más interesante para la historia de la intervención de los gremios en el culto a Nuestra Señora de Setefilla es el acta capitular del 17 de marzo de 1718, relativa a una Venida de la Virgen.

Los Gremios tienen tan limpia historia y han dado tal ejemplo durante siglos, que hacemos bien en Lora procurando que subsista esta curiosa y noble institución. Por eso se conserva el título tradicional de Hermandad Mayor para la asociación, y los Gremios, en la actualidad Gremios de Agricultores o del Campo, Artesanos o Menestrales-Comerciantes-Industriales y Empleados, que siguen organizando sus actos de culto a la Virgen de Setefilla. A ello se ha unido recientemente la sección de jóvenes de ambos sexos, Gremio de la Juventud, en sustitución del anterior grupo de doncellas.